miércoles, 16 de diciembre de 2020

Diario de un extraterrestre

Creo que uno de los beneficios de dedicar el tiempo a observar a diferentes tipos de especies es que siempre es posible adoptar como propias algunas de sus rutina. De las cebras he aprendido a no dormir nunca solo, de los osos pandas a comer durante 12 horas seguidas, de los flamencos a estar siempre hermoso y de los delfines a dormir con un ojo cerrado y otro abierto, eso me ha permitido mantener a mi hermano alejado de mi hucha. 

De los humanos podría quedarme con muchas costumbres la maravillosa siesta, los vermut de los domingos al sol, los abrazos (cuando se los podían dar)... Pero sin duda la mejor de todas las costumbre es lo que ellos llaman ``el café y pincho de media mañana´´, que paz mental me produce solo de pensarlo. 

Después de semanas de investigación uno de mis primeros avances fue la elaboración del horario de mis pequeños terrícolas, esto fue un gran avance para mi ya que me permitió establecer con exactitud mi hora de ``café y pincho´´. Siempre la hago coincidir con momentos de menos actividad por ejemplo cuando trabajan matemáticas. No es que no me interesen las clases, todo lo contrario, pero yo tengo un cerebro privilegiado y nací con todas las variantes matemáticas aprendidas. 

Hace unas semanas mientras saboreaba mi delicioso batido de plancton escuche unas risas que me desconcertaron. Corrí rápidamente a revisar el horario y comprobé que efectivamente era la hora de matemáticas ¿Qué hacían entonces mis terrícolas en el patio? ¡¡MATEMÁTICAS!!. 

Qué buen rato me pasé, y que listos son mis humanitos. Medio aplauso para esas adultas que van con ellos y que llaman ``profe´´.
























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